Esta semana tuve una una experiencia muy curiosa que ha descubierto un modo de sentir diferente en mí. Acudí a mis clase de Yoga en Virasana y al comienzo de la clase la profesora nos propuso un ejercicio de visualización: primero de las partes que considerábamos más bellas de nuestro cuerpo y después de las que considerábamos mas bellas de nuestro ser. La segunda parte del ejercicio consistía en visualizar las partes que nos parecían menos bellas del mismo modo.
Cuando me adentré en la visualización de las partes más bellas de mi cuerpo, no conseguía ver nada, me sentía angustiada, muy lejana de mi cuerpo. Pensé que tendría que ver con mi relación con mi cuerpo después del embarazo y parto. Sin embargo, cuando visualicé las partes bellas de mi ser me sentí mucho más cómoda En ese momento me aparecía mi ser como un todo, incluyendo el cuerpo.
El hecho de buscar las partes bellas de mi cuerpo me llevó al concepto mental de canon de belleza, algo que no es extraño que suceda viviendo en la cultura que vivimos donde le damos tanta importancia al cuerpo como garantía de belleza. Ese concepto no me decía nada, me provocaba angustia ponerme ahí.
Sin embargo cuando pude conectar con mi ser descubrí bellas incluso las partes más oscuras. Sentí la belleza como imperfección, humanidad, sensibilidad, apertura, calidez y me rendí a ese sentimiento recogiendo mi cuerpo como parte indivisible de mi ser. Sentí que se despertaba algo dentro de mí, se abría un canal de comunicación con la belleza y era inmenso.
Sentí que se despertaba algo dentro de mí, se abría un canal de comunicación con la belleza y era inmenso.
Recordé esta parte de la película American Beauty que os comparto. Recuerdo que este fragmento de la película fue en su día causa de debate con una muy buena compañera y amiga que me decía que si de verdad me estaba pareciendo bello lo de la bolsa moviéndose. Yo le insistía en que sí, que en ocasiones había visto esa belleza en otras cosas que pueden parecer muy comunes o triviales. Ella no me entendía ni veía belleza en ello…
Si nos abrimos a la belleza del mundo nos podemos sentir sobrepasados por lo que sintamos porque hay mucha belleza en cada pequeña cosa. La vida es bella precisamente por sus imperfecciones, por sus cambios, por el aprendizaje, por la supervivencia y sobre todo por el amor que todo lo impregna y lo envuelve.
Supongo que es cuestión de formas de ver y de sentir, de disposición y manera de estar en la vida. Lo que hoy puedo afirmar sin duda es que esta forma de sentir y ver ha ido en aumento y a veces contengo mis emociones ante situaciones que me superan en capacidad de sentir belleza.
Todos poseemos una respuesta a la belleza, a la verdad y el bien, y es en ese significado propio en el único lugar donde reside nuestro ser y no en construcciones culturales o teorías.
Y tú, ¿has sentido la belleza en ti?