Acompañamiento Filosófico COVID19

Os comparto la iniciativa de voluntariado a través del asesoramiento filosófico que estamos llevando a cabo un grupo de filósofos dedicados al Asesoramiento filosófico y vinculados a la Escuela Sapiencial creada por Mónica Cavallé.

El objetivo de esta iniciativa, es ayudar a esas personas que están siendo afectadas, a nivel existencial, por la delicada situación generada por el COVID19. Personas que han perdido a alguien cercano, que están sufriendo la enfermedad en aislamiento o bien personal sanitario o vinculado a los trabajos de cuidado de estos enfermos.

A través de ella ofrecemos acompañamiento filosófico de manera totalmente desinteresada. Puedes encontrar más información y contacto en Acompañamiento Filosófico Covid-19.

Por otro lado os comparto el enlace de Recursos de salud mental y bienestar emocional durante la crisis del Coronavirus públicado en la página de la SEAEP (Sociedad Española Para El Avance De La Evaluación Psicológica) en donde también estamos enlazados como recurso.

Cualquier colectivo o persona que considere que podemos ayudar a través del acompañamiento, se puede poner en contacto con nosotros a través de nuestros contactos que aparecen en la Web y estaremos encantados de poder aportar nuestro granito de arena en esta situación.

 

 

 

El único modo de ser feliz es amando

Si no sabes amar tu vida pasará como un destello

Tras el visionado de la película El árbol de la vida dirigida por Terrence Malick, me surgieron muchas cuestiones acerca del sentido de la vida, hubo un diálogo concreto que me resonó mucho:

El único modo de ser feliz es amando.

Si no sabes amar tu vida pasará como un destello.

Sé bueno con los demás,

asómbrate,

ten esperanza.

De algún modo es una intuición que siempre me ha acompañado, la clave para una vida plena es vivir amando, en esa misión me encuentro y me parece un camino profundamente bello, lleno de aprendizajes,  a la vez que siento que me pongo a prueba cada día, que debo abrazar la honestidad y la incertidumbre constantemente, eso me resulta muy retador pero aveces me siento muy perdida, desubicada, sola.

Me encuentro con mis limites con mis heridas y tengo que detenerme a mirarlas de frente, examinarlas, ver como operan, aceptarlas para poder continuar. Aprender a amar se ha convertido en mi tarea de vida y cuanto más me cuestiono más ignorante me siento a este respecto.

Ojalá fuera esta una cuestión con la que pudiésemos familiarizarnos en nuestras familias, en las escuelas, en las calles, viviríamos mucho mejor si nos centrásemos en esta tarea que es vital para nuestro pleno desenvolvimiento.

A partir de la intuición de que el amor es la clave para la vida plena, me surgen preguntas a las que quiero encontrar respuestas y quiero compartirlas con todos vosotros que pasáis por este blog para que me ayudéis si está en vuestro ánimo a encontrar las respuestas.

¿qué es amar?

¿sabemos amar?

¿el amor esta regulado por normas?

¿podemos elegir lo que amamos?

¿cómo se aprende a amar?

Se asoman algunas intuiciones … amar será:

¿mirar con los ojos del asombro?

¿gratitud?

¿comprender, entender?

¿dejar ser?

¿ser fiel a uno mismo?

¿presencia en cada momento?

¿aceptar lo que es?

¿empatizar, tender la mano sin esperar nada?

¿perdonar?

¿saber ver la belleza de la singular esencia?

¿tener esperanza y confianza en la  vida?

¿Puede que el amor sea un estado y no una forma de relacionarnos?

¿Si estoy en amor, me quiero y acepto honestamente será más fácil  desplegar ese estado hacia fuera?

¿Por qué nos desconectamos del amor? ¿A dónde vamos cuando eso sucede?¿ al miedo?

Os animo a la indagación filosófica sobre el amor, escribidme!

Profundamente agradecida por la recomendación de la película!

Feliz verano!

La reflexión filosófica también me ayuda en la crianza.

La crianza entraña muchas cuestiones definitivas en el desarrollo de las personas. Hacer una reflexión filosófica acerca de esta tarea tan infravalorada produce cambios muy importantes en la vida de los niños y de los adultos  responsables de la crianza. En éstas me encuentro desde que decidí ser madre y quiero compartir algunas reflexiones con vosotros.

¿De dónde parto cuando se me plantea  difícil la tarea de criar? Parto de una experiencia personal, de una mirada construida a partir de esa experiencia, parto de mi mísma de lo que me faltó, de lo que me resultó difícil encarar, de unas heridas de infancia, de un ser sin plenitud.

Proyectamos casi de manera inevitable sobre sus vidas nuestra experiencia. Conviene que seamos capaces de ver con claridad de dónde partimos, cada uno de nuestra propia circunstancia.

Hacer una reflexión filosófica acerca de esta tarea tan infravalorada produce cambios muy importantes en la vida de los niños y los adultos responsables de la crianza.

Otra cuestión bien distinta es que de nuestra experiencia hayamos creado un aprendizaje y tengamos claros algunos puntos en los que queremos poner más atención porque nos dieron problemas. Importante esta diferencia entre proyectar y aprovechar aprendizaje de experiencia vivida porque en el proyectar no se deja espacio para el niño, ahí el centro eres tú y tu dolor, y cuando aprovechas la experiencia para mirar con más atención estás dejando al niño que tenga su propio lugar.

Los peligros que temía eran justo esas proyecciones de un ideal sobre ellos, no ser capaz de ver lo que el niño necesita, saber hacerles sentir seguros, que sientan el amor en el que les criamos, que no sean niños heridos por no ser vistos en su ser, no saber dotarlos de herramientas necesarias para vivir de manera autónoma, a veces dudo tenerlas yo misma.

Conviene que seamos capaces de ver con claridad de dónde partimos, cada uno de nuestra propia circunstancia.

Sentía que para hacerlo bien necesitaba un manual de instrucciones escrito por personas que supiesen mucho del tema y seguirlas al pie de la letra para no fallar. Me documenté mucho, me hice con libros, teorías pedagógicas, todos los temas de la crianza me interesaban, el apego seguro, la alimentación, la comunicación, el juego…

Llegó un momento en que tenía la cabeza a punto de estallar, un maremagnum de ideas dando vueltas, algunas opuestas. Con esto sólo conseguí bloquearme y no saber por donde salir o a qué prestar atención. La crianza ya estaba aquí y requería mucho tiempo y dedicación y la inseguridad propia de estos primeros momentos unida a la inseguridad creada por tanta documentación me hicieron pasar una época difícil.

Buscar recetas para saber qué hacer en cualquier momento sólo era una respuesta para compensar mi inseguridad. Pensar en poder aplicar normas generales a los niños es muy frustrante porque independientemente de que haya cosas comunes entendiéndose en cada contexto, cada niño es un ser único, no hay otra persona igual.

Y comprendí que así es como debemos tratarlos: como seres únicos, como una expresión de vida original.

Cuando nuestra mirada viene de ahí es más comprensiva, deja de comparar, te permite comunicarte con su ser más esencial. Y si ellos son únicos, cada uno de nosotros también lo somos, dignos de amor y susceptibles de ser vistos tal y como somos en nuestra singularidad desde nuestro ser profundo.

Buscar recetas para saber qué hacer en cualquier momento sólo era una respuesta para compensar mi inseguridad.

Respetar lo que somos, amarnos incondicionalmente, aceptar nuestras luces y sombras, vivir presentes y conscientes el mayor tiempo posible, caminar con esa actitud filosófica de ser cada día más reales es la clave para que nuestros hijos puedan desarrollarse de una forma sana, siendo respetados y comprendidos como los seres únicos que son y puedan desarrollarse del mismo modo.

Al final, siempre la respuesta está dentro de una mismo:

Vive y quiérete , sé tú mismo y deja que tu ser se exprese y esto mismo será lo que tus hijos aprenderán a hacer.

Aprende a gestionar tus emociones, reconcíliate con tus heridas y siente tus vacíos.

Muéstrate tal cual eres en tu vulnerabilidad, no construyas máscaras y muros para protegerte. Porque si haces eso no dejarás que te vean ni que sepan quien eres.

Apuesta por dar lo mejor de ti en cada momento, siente tus emociones todas, no hay buenas y malas todas deben salir, ser expresadas.

Juega con ellos, abrázalos, cuéntales lo que piensas lo que sientes, dales confianza y espacio para ser independientes de ti, prepara la pista de despegue, ayúdales a que consigan todo lo que necesitan para volar.. y ¡déjales que vuelen! A estas alturas ya sabrán que estarás  ahí dandoles tu amor incondicionalmente siempre, no hará falta más .

Al final, siempre la respuesta está dentro de uno mismo: vive y quiérete , sé tú mismo y deja que tu ser se exprese y esto mismo será lo que tus hijos aprenderán a hacer.

Estas son algunas de las reflexiones que he desarrollado en este tiempo de crianza, intento integrarlas en mi día a día pero no siempre lo consigo, trato de no juzgarme por ello sólo mirarme  y aceptarme humanamente imperfecta.

Me encantaria conocer las vuestras intuiciones y aprendizajes, es un camino tan personal y experiencial el de la crianza que todas las voces aportan conocimientos valiosos. Os animo a que  compartáis las vuestras en los comentarios  o a través del contacto. ¡¡Gracias!!

Las despedidas forman parte de la vida

Hay despedidas que duelen en el alma, que mueven, que te conectan con el dolor profundo de la pérdida definitiva.

Hay despedidas que llenan de admiración cuando se acepta el final con humildad.

Hay despedidas que te recuerdan que cerca de ti hay muchos buenos y generosos corazones.

Hay despedidas que nunca quisiste imaginar, hay palabras que no quieres pronunciar.

Hay despedidas que cambian la mirada, que te alejan de lo accesorio y te conectan con lo esencial.

Hay despedidas de hombres buenos que te parten el corazón.

Hay despedidas que generan amor unión sostén para soportar el dolor.

Hay despedidas que se llevan una parte de tu vida que ya sólo quedará en tu corazón.

Buen viaje a los que se han ido, aquí queda su ser en cada uno de nosotros, aquí queda su amor y su genuina grandeza.

¡Adiós!

Y eso del asesoramiento filosófico ¿qué es?

Muchas personas me preguntan a qué me dedico, qué es eso del asesoramiento filosófico, y suelo comenzar a explicar que la filosofía en sus orígenes se planteaba como el arte de aprender a vivir, y les menciono a Sócrates, el diálogo Socrático, la mayéutica … y ya les he perdido.

En ese punto parece que empiezo a hablar otro idioma y, aunque no me lo dicen, lo veo en sus caras. Me doy cuenta de que las preguntas desaparecen, no vaya a parecer que si no saben de qué les hablo sean unos ignorantes. Nada más lejos de la realidad: ignorancia la mía que no doy con la tecla. Para empezar un proceso de asesoramiento no es necesario tener conocimientos de filosofía.

Cambio el tercio y abordo el asunto desde lo que es una relación de ayuda para poder vivir una vida más consciente, para poder vivir en contacto con nuestra verdad, poner luz a esas zonas oscuras de nuestra vida que están en potencia y piden desplegarse, aceptar la realidad. Ahora la cara ya puede variar porque estamos en una época que la palabra consciente se ha puesto de moda y por ahí puedo conectar con algunas personas.  Luego están los que no les van las modas y piensan que esto es otra intensidad más de la ola del hipsterismo. Tampoco va de eso.

Para empezar un proceso de asesoramiento no es necesario tener conocimientos de filosofía.

La filosofía es una disciplina muy antigua preocupada por las cuestiones existenciales, es una actitud ante la vida, una manera de mirar que lleva vigente más de dos milenios, demasiado para ser una moda.

Quedan entonces aquellos a los que no he perdido en el camino pero aún no he conseguido dar una respuesta satisfactoria. Empiezan a intuir de qué va esto y suelen preguntar «¿es como ir al psicólogo?». Y aquí me toca abordar semejanzas y diferencias de ambas disciplinas. La Filosofía parió a la Psicología de manera que las semejanzas están presentes, el interés común por comprender y superar el sufrimiento humano es una de ellas, los enfoques para plantearlo son las diferencias.

En el asesoramiento filosófico el asesorado o consultante no es un paciente, no se diagnostican ni tratan patologías, el asesorado es una persona que se enfrenta a situaciones propias de la vida que le presentan dificultad. La propia existencia individual de cada uno nos trae una serie de situaciones que debemos abordar y no siempre sabemos cómo hacerlo o nos sentimos con falta de recursos para ello.

el asesorado no es un paciente, no se diagnostican ni tratan patologías, el asesorado es una persona que se enfrenta a situaciones propias de la vida que le presentan dificultad.

Ejemplo de estas situaciones pueden ser: una sensación de desidia por llevar una vida que no le satisface, una relación personal que genera sufrimiento, un momento de conflicto en la crianza de los hijos, dificultad para asumir nuestra identidad…

Este tipo de cuestiones nos requiere tomarnos un tiempo para detenernos y hacer una indagación en la situación, planteandonos preguntas: ¿por qué he llegado a este punto? ¿cómo me siento cuando sucede esto? ¿por qué respondo de esta forma? Es el momento de escucharnos a nosotros mismos y tratar de ver qué filosofía operativa, qué sistema de creencias y pensamientos están detrás de nuestra forma de actuar.

Sale el sol

El papel de filósofo es acompañar en esa indagación, es plantear preguntas concretas que ayuden a la persona a clarificar la situación y pueda verse a sí misma de un manera más real y así ir dilucidando cuáles pueden ser las claves del malestar para poder superarlo.

Las herramientas del filósofo en este acompañamiento son la escucha, la empatía, la elaboración de preguntas, planteamiento de ejercicios filosóficos que ayuden a clarificar, una actitud de humildad y respeto por la sabiduría personal de las personas a las que acompaña.

Cuando no he conseguido a través de mis explicaciones clarificar en qué consiste el asesoramiento filosófico desisto de más explicaciones y propongo encontrarnos en el despacho o a través de una videoconferencia y empezar el acompañamiento. Una experiencia vivida vale más que mil palabras.

 

 

Orgullo LGTB+

 

Bandera orgullo con frase

El otro día en la consulta de asesoramiento filosófico abordamos el tema de la visibilidad lésbica. Todo surgió a partir de una creencia limitada que detectamos: “si muestro algo de mí puedo causar daño o no ser bien vista”.

El Día Internacional del Orgullo LGTB+ se convierte en un día que nos da la oportunidad de mostrarnos. Sentir el orgullo de ser quienes somos y aprender a querernos tal y como somos.

En las consultas de asesoramiento filosófico buscamos definir el patrón de comportamiento y emoción que está causando sufrimiento a la persona que realiza el proceso y una vez que lo hemos definido, tratamos de ir viendo todas las creencias limitadas que subyacen a ese patrón; es decir, creencias que hemos adoptado como válidas y en función de las que operamos pero que nos causan sufrimiento por no estar ajustadas a la realidad.

Nuestra filosofía operativa está conformada por estos patrones y creencias. De muchos de ellos no tenemos apenas conciencia y es a través de este proceso de diálogo filosófico que van saliendo a la luz.

Pues bien, la creencia limitada “si muestro algo de mí puedo causar daño o no ser bien vista” lo es porque tal afirmación entraña que nuestro ser al mostrarse no va a ser bien recibido, e incluso que puede causar daño. Subyace que no soy ontológicamente mostrable, que no soy correcta, que debería ser de otra manera que fuese bien recibida y no causase daño. Creer esto nos impide descansar en lo que somos, amarnos incondicionalmente y aceptarnos para poder vivir satisfactoriamente.

En el caso que nos ocupa, el hecho de vivir como lesbiana en una sociedad heteronormativa, fomenta, a través de la experiencia vivida con episodios discriminatorios, el refuerzo de esta creencia cuando en nuestro entorno no aceptan como somos. Una interpretación puede ser que yo causo daño por ser así y por ello los demás sufren.

Si entendemos que la mirada que nos espera puede ser o no compresiva podemos concluir que no está en nuestra mano hasta donde llegue a comprender otra persona.

Pero en realidad, lo que ocurre es que aquellos que nos rechazan sufren porque desean que seamos de otra forma y ese deseo escapa a sus posibilidades. Yo soy lo que soy y con ser no causo daño, lo que causa daño es la expectativa de que sea de alguna forma correspondiendo a la sociedad en la que vivo y por tanto a la norma de la heterosexualidad.

Esto causa frustración en algunas personas porque necesitan ser aceptadas por la sociedad e interpretan en contra de su propio ser como más necesaria la aceptación de los otros que poder descansar en lo que realmente somos sin juicios, con amor a nosotras mismas.

Por otro lado, la parte de la creencia que tiene que ver con el hecho de no ser bien vista se hace más fuerte porque realmente hay una mirada de la sociedad que no acoge esta forma de ser. Esto es una realidad, pero también es una realidad el ser lesbiana, y es mi realidad, forma parte de mi ser.

Si entendemos que la mirada que nos espera puede ser o no compresiva en función de las capacidades o del nivel de comprensión desarrollado por las personas que nos rodean, podemos concluir que no está en nuestra mano hasta donde llegue a comprender otra persona. Sí estará en nuestra mano tratar de ser nosotras mismas ajenas a esa mirada que no depende de nosotras.

Mostrarme tal y como soy es un regalo de autenticidad. Cuando me muestro tal y como soy descanso en mi ser.

Cerrar los ojos e imaginar cómo sería nuestra vida si no tuviésemos esa creencia puede situarnos en el punto de partida de una vida vivida con naturalidad en armonía con una misma y la vez con los demás. Nos puede dar las fuerzas necesarias para transformar esta creencia. Mostrarme tal y como soy es un regalo de autenticidad. Cuando me muestro tal y como soy descanso en mi ser. Mostrarme hace que mi realidad sea conocida y comprendida con naturalidad.

El Día Internacional del Orgullo LGTB+ se convierte en un día que nos da la oportunidad de mostrarnos y reivindicar la igualdad de las personas en esta sociedad. Necesitamos vivir en una sociedad que acoja las realidades de todas las personas, que no excluya y dificulte las diversas realidades, una sociedad en la que las personas puedan ser libremente.

Es trabajo nuestro sentir el orgullo de ser quienes somos y aprender a querernos tal y como somos. Hoy os animo a emprender esa aventura de amarse a uno mismo y sentir el orgullo de ser.

Carta de amor

 

amarse a sí mismo

Hace ya 40 años que habito este ser. He tenido una vida fácil, he conocido muchas personas que me han aportado muchos aprendizajes, algunas aún continúan por aquí. Siempre he tenido la sensación de tener una buena vida, me he sentido muy querida, más o menos he tratado de hacer lo que deseaba y construir mi propio camino.

Sin embargo, he vivido siempre con una insatisfacción, un vacío que no se llenaba nunca. Ningún vínculo afectivo era suficiente, ningún objetivo cumplido, ninguna cosa material. Cuando me acercaba a mis logros, cuándo cumplía mis metas, surgía un vacío, una insatisfacción que me hacía volver a empezar la búsqueda.

Hace tiempo que llegue a la conclusión de que lo me faltaba era encontrarme a mí misma, escucharme, respetarme, me faltaba cuidarme a mí misma. Todas esas cosas que yo esperaba que vinieran de fuera y que me frustraba por no recibir en la forma que yo deseaba, estaban en mi mano.

Cuando sentí que nada fuera de mí iba a llenar nunca ese vacío, que ese no era el camino, me sumí en una profunda tristeza.

El hecho de no dar espacio a mi voz, de no poner cuidado a mis necesidades, relegar a un segundo plano mi sentir, me ha llevado a situaciones que me han causado mucho sufrimiento. Interpretar que ese vacío sólo lo podían llenar otras personas, otras experiencias, algo externo, ponía mi objetivo en la búsqueda incansable fuera de mí. Simplemente no encontraba lo que buscaba. Creía que lo que dependía de mí realmente no dependía de mí. Según el filósofo estoico Epicteto, ésta es una de las causas de sufrimiento humano.

Cuando sentí que nada fuera de mí iba a llenar nunca ese vacío, que ese no era el camino, me sumí en una profunda tristeza. Me puse en contacto con ese vacío de ser, habité una verdadera angustia existencial, me rendí y dejé de luchar por ser de otra forma, conecte con mi vulnerabilidad y ese fue el momento en el que entendí que mi vida era mi responsabilidad.

Todo lo que necesito debe brotar de mí, de la aceptación de mi propio ser, del descanso en lo que soy sin pretender siempre ser otra cosa. Esto es lo que soy y no debo ser de ninguna otra manera.

Hoy pensé que escribirme una carta de amor a mí misma podía ser un ejercicio de reconciliación y de compromiso con esta actitud filosófica encaminada a desvelar mi verdad para el resto de tiempo que estaré habitando este ser. Después me la leeré mirándome a un espejo como en la escena de la película Angel-a .

Quiero que sepas que a partir de hoy prometo quererte, escucharte y respetarte como forma de vida, prometo cuidarte, darte amor incondicional, caminar contigo respirando profundo y descansando en tu ser. Acogeré tus heridas y te amaré tal y como eres, tus sombras y tus luces tienen su espacio conmigo, tus lágrimas no deben contenerse conmigo y tampoco tu alegría, tus risas y tus miedos están aquí a salvo.

Prometo quererte, escucharte y respetarte como forma de vida, prometo cuidarte, darte amor incondicional, caminar contigo respirando profundo y descansando en tu ser

Te quiero incondicionalmente y estaremos juntas hasta el último aliento y más allá así que vamos a hacer de este camino un disfrute de ser. Trabajaremos juntas los apegos sanos y buscaremos rincones donde crecer, no vamos a aguantar la respiración y contenernos nunca más, porque no nos lleva a ningún sitio con amor. Y si no lo podemos cumplir siempre, no pasará nada, aceptaremos cuando las energías estén bajas y cuando la compresión no sea lo suficiente profunda como para aceptar las cosas.

Nos sentaremos a la orilla del mar y dejaremos que el rumor de las olas y la brisa acaricien nuestros sentidos, procurando la paz necesaria para continuar caminando. Viviremos el presente día a día impulsadas por la brevedad de la vida . Y cuando llegue la muerte aquí estaremos sin miedo preparadas para descansar en paz.

Os animo a hacer este ejercicio de escribiros una carta de amor a vosotros mismo y ver  que va pasando. Todos tenemos amor para nosotros mismos. Si os animáis con el ejercicio y os apetece contarme como va, estaré encantada de leeros.